Y la vida vino del polvo interplanetario

Polvo espacial y agua
Investigadores creen que estas partículas pueden ser capaces de liberar agua y compuestos orgánicos tanto en la Tierra primitiva como en otros planetas
Un grupo de investigadores de los laboratorios Lawrence Livermore National, Lawrence Berkeley National y las universidades de Hawaii y California, acaban de darle todo un giro de tuerca a la teoría de la panspermia, esto es, a la idea de que la vida procede del espacio. Y es que a los cometas y asteroides, capaces de llevar las «semillas de la vida» por todo el Universo hay que añadir ahora las pequeñas partículas de polvo interplanetarias que flotan libremente en el espacio. Según el estudio, en efecto, también ellas serían perfectamente capaces de liberar agua y compuestos orgánicos, tanto en la Tierra primitiva como en otros planetas. El polvo interplanetario también procede de cometas, asteroides y otros materiales «sobrantes» de la formación del Sistema Solar. Y resulta que ese polvo «llueve» continuamente tanto sobre la Tierra como sobre el resto de los mundos de nuestro sistema planetario. Esas partículas, además, sufren el bombardeo de la radiación solar, especialmente de iones de hidrógeno. Y ese bombardeo disgrega los átomos de esos granos de polvo, liberando el oxígeno, que queda así disponible para unirse al hidrógeno y formar diminutas moléculas de agua. «Resulta intrigante la posibilidad de que esta continua aportación de polvo espacial haya actuado como una auténtica lluvia de pequeñas probetas -asegura Hope Ishii, coautor del estudio- cada una de las cuales llevaba en su interior tanto el agua como los componentes orgánicos necesarios para el origen de la vida en la Tierra y, posiblemente, en Marte». Un mecanismo análogo podría haber tenido lugar también en planetas en órbita alrededor de otros soles. Todo un regalo de las estrellas para los mundos que las orbitan y que podría haber desencadenado el proceso de la vida por todo el Universo. Las implicaciones de este trabajo son enormes. Todo tipo de cuerpos espaciales en los que no hay aire, como asteroides y satélites, estarían, si la teoría es correcta, expuestos continuamente a una radiación solar capaz de generar agua. De hecho, este mecanismo podría ayudar a explicar la razón por la que hemos detectado grandes cantidades de agua en lugares tan inhóspitos como la Luna. «Pero lo que resulta más excitante -añade Ishii- es que a los compuestos orgánicos que desde hace tiempo sabíamos que contiene el polvo interplanetario y que pueden sobrevivir a su entrada en la atmósfera terrestre, podemos añadir ahora también el agua generada por el viento solar. Hemos logrado demostrar por primera vez que agua y componentes orgánicos pueden ser suministrados (a los planetas) al mismo tiempo». Saber más ABC.es
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